¡Qué clase de apagón! Llegó la luz, volvió todo a la normalidad y ya cada uno regresa al trabajo y a la rutina diaria, pero hay una canción que me retumba en la memoria…ay Rubén, mi amado Rubén Blades… ¡Qué viva el subdesarrollo!
El día del apagón, vi una escena de película, un Independence Day, muchas personas desesperadas por llegar a su hogar antes de caer presas en la anticipada –anticipada por conocida– congestión vehicular. No puedo dejar de reconocer a los policías y también a los empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica ¡qué bien lo hicieron!
Una vez pasada la crisis y salvado cada obstáculo que se presentó, como no tener gasolina ni dinero en efectivo para echar aunque fueran cinco pesitos, quedar momentáneamente atrapados o encerrados dentro de un ascensor o ante un portón eléctrico… o todas las incidencias que cada uno tuvo que pasar… llegamos al nido… un poco –o muy histéricos– desconcertados ante la incertidumbre del futuro inmediato.
Me conmovió ver la transición en las redes sociales… de los memes burlones y sarcásticos, a las fotos de “que lindo está el cielo” y comentarios como “el vecino me prestó la extensión para conectar la nevera” o “estoy compartiendo con los vecinos que hace tiempo no veía”, etc. Emergió nuestra solidaridad boricua.
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Eventualmente, nuestra amiga de toda la vida, luz eléctrica, empezó a visitar nuestros hogares… el sistema de energía eléctrica volvió para la mayoría de las personas, “y se hizo la luz”… pero la verdad, no nos llamemos engaño. No se ha hecho la luz. Llegó la electricidad, pero no la luz. La luz volverá el día que tengamos el país que queremos tener, el país que tenemos que hacer, porque nosotros somos el país.
Que muchas lecciones nos deja este evento. Nos recuerda que vivimos presos en nuestros hogares. Nos recuerda lo dependientes que somos de la energía eléctrica, de las redes sociales, del celular, del email y lo independientes que somos de nuestra comunidad, nuestros vecinos… a veces de nuestros hijos, pareja, padres, familiares, a quienes, por cierto, deberíamos unirnos más … Nos recuerda lo vulnerables que somos, lo mucho que hemos perdido en nuestro camino al “progreso”.
Se hará la luz el día que nuestros sistemas gubernamentales brinden servicios eficientes y cumplan con su razón de ser: servir al pueblo. Se hará la luz cuando no haya que ir a ninguna oficina a buscar un certificado de buena conducta o la licencia del carro, o certificado de nacimiento, defunción o matrimonio, o pagar deudas al CRIM, porque el sistema para obtenerlo por Internet dejó de funcionar por falta de mantenimiento.
Se hará la luz el día que se reconozca la importancia de los maestros en la sociedad, cuando el sistema de educación pública tenga profesionales bien remunerados, con materiales actuales –bueno, para empezar, con materiales– que les den apoyo para capturar la atención de unos jóvenes cada vez más ávidos de conocimiento rápido, pero que paradójicamente parecen no encontrarlo en la escuela.
Se hará la luz el día que tengamos un sistema de salud eficiente, en el que una persona enferma, accidentada o necesitada no tenga que esperar horas para recibir atención médica. Un sistema con más personal comprometido, más camas y medicamentos para todo el que lo necesite, cuando lo necesite.
Se hará la luz cuando nuestras cárceles estén vacías a falta de actos violentos, cuando tengamos un sistema de rehabilitación que realmente rehabilite; cuando los adictos –principalmente los drogadictos– sean tratados como enfermos; cuando se reconozca que como sociedad, tenemos un serio problema de salud mental que no discrimina ni por género, ni por edad ni por clase social, y se tomen las acciones pertinentes.
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Se hará la luz cuando no tengamos personas durmiendo en la calle, cuando no tengamos niños, ancianos, mujeres ni animales maltratados; cuando ningún ciudadano padezca de hambre; cuando tengamos igualdad.
Se hará la luz cuando tengamos un sistema político honesto, como el que soñaron los padres de la patria; uno que trabaje por y para el pueblo, un sistema en el que el único interés personal sea echar pa’lante un pueblo cansado y desesperanzado.
Se hará la luz cuando tú y yo nos comprometamos a ser mejores vecinos, mejores policías, cajeros, asistentes de servicio al cliente, maestros, doctores, enfermeras, conserjes, zapateros, … pero sobre todas las cosas, se hará la luz cuando seamos mejores madres y padres, recordando que para ser un buen, excelente, maravilloso padre, el mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es nuestro amor.
Los regalos materiales ¡nos encantan!, pero se disfrutan más si tenemos alguien con quien compartirlos. Dales tu amor y regálales tu tiempo. La infancia es el mejor momento para eso; ya cuando crezcan tendrán su propia vida. Aprovéchalos ahora que son pequeños porque en tu próximo parpadeo ya estarán graduándose de la universidad y en el siguiente, ya tendrán sus propios hijos. O estarán siendo encarcelados por robo o cosas peores porque tenían de todo y no tenían nada… o porque no tenían nada y lo querían todo… aprovéchalos ahora; ahora no solo te necesitan, ¡te quieren a su lado!
En fin, la luz se hará cuando cada uno de nosotros sea honesto consigo mismo y empiece a hacer el mundo que soñamos tener. Y eso, sí se lo deberemos al apagón.
Foto: IStock