Durante el embarazo, el cuerpo femenino pasa por grandes cambios físicos a la vez que experimenta altas y bajas emocionales producto tanto de los cambios hormonales, así como de la expectativa que tiene sobre el parto y convertirse en madre. Asimilarlos y procesarlos en tan poco tiempo puede despertar emociones de ansiedad, miedo y hasta depresión. La mejor herramienta que se tiene para encarar esta importante etapa es el conocimiento.
Entender lo que sucede en tu cuerpo durante estos nueve meses puede prepararte física y emocionalmente para manejar los cambios. Establece un sistema de apoyo con tus seres más cercanos y esclarece cualquier duda o preocupación tanto con tu médico como con otras mujeres que hayan pasado por este proceso.
El embarazo no es una incapacidad
Es importante hacer un balance entre no tratar el embarazo como una incapacidad ni tampoco minimizarlo como si no estuviera pasando nada. A menos que sea uno de alto riesgo, no hay razón por la cual no puedas continuar haciendo tu vida normal. Esto no significa que no debes pedir ayuda si experimentas síntomas como malestar, fatiga u otras dificultades. Al contrario, hay que perderle el miedo a buscar ese apoyo y ese acomodo razonable tanto en el hogar como en el trabajo y en los círculos sociales.
Vínculo con el bebé
Haz el esfuerzo de establecer un vínculo con el bebé, hablándole en la barriga, tocándola y meditando. Cambia la perspectiva del embarazo de una de miedo a una de amor. Esto mejora la experiencia del embarazo y del parto. Incluso, te puede motivar a cuidarte mejor.
No pierdas tu rutina
Hacer ejercicios, mantener una buena nutrición y descansar adecuadamente son hábitos fundamentales para tener buena salud estando o no embarazada. Si eres activa, no dejes de realizar tus ejercicios favoritos como correr, hacer yoga o nadar –mientras el cuerpo te lo permita o el médico no te lo prohíba–. Igual con la alimentación. Hay un mito que dice que ahora estás “comiendo por dos”. La realidad es que muchos de los síntomas menos placenteros del embarazo como la acidez, la dificultad para dormir y la pesadez son agravados por una mala alimentación.
Maneja el estrés del trabajo
La mujer moderna lo quiere hacer todo y hay un sentido de culpabilidad cuando no se puede o hay que pedir ayuda. Sin embargo, van a haber días en que te estás durmiendo en las reuniones o llegará un punto en el que tal vez tengas que pedir un estacionamiento más cercano por tener dificultad caminando. Averigua si tu trabajo ofrece la posibilidad de trabajar desde la casa para los días en que te sientas muy mal. En algún momento también deberás delegar trabajo a otros compañeros, por lo que es bueno tener esa conversación con ellos antes. No es tratar el embarazo como una enfermedad sino comunicar tus necesidades y la realidad física que viene con estar a la espera de tu bebé.
Prepárate para el parto
Una de las mejores maneras de reducir la ansiedad antes del parto es visitar el hospital y la sala de parto para eliminar todo elemento sorpresa. No tengas miedo a preguntar al médico lo que se te ocurra. Las clases de parto también te pueden orientar sobre qué esperar e impartir mayor conocimiento sobre las diferentes etapas del embarazo y el parto. Haz el ejercicio de visualizar el parto y déjale saber tus necesidades y expectativas a quienes te acompañarán durante ese momento. Considera tener una doula que te guíe por la experiencia. Ella conoce los diferentes tipos de dolores y las etapas del parto, puede dar masaje o aromaterapia y recomendar ejercicios para aliviar el dolor.