Sin duda, el coco es una fruta versátil, según el portal Cuerpomente. Además de que se puede beber el agua en su interior, comer su pulpa o utilizarla en deliciosos platos, también de él se puede obtener leche, aceite, manteca y harina.
Aunque 100 g de coco crudo tiene 8 g de fibra, esa cantidad tiene 342 calorías que proceden de sus grasas saturadas (34 %). Es pobre en hidratos de carbono (4.8 g) y en proteínas (4.2 g). Contiene vitaminas y minerales como potasio, fósforo, magnesio, hierro y vitaminas E, C y del grupo B en mínimas cantidades.
Lo que se puede obtener del coco:
- Agua rehidratante – El agua de coco es una bebida isotónica natural que se obtiene de los cocos verdes, cosechados con cinco o seis meses. Es ligera y aporta azúcares y grasas en dosis moderadas, así como minerales y vitaminas.
- Aceite – Es apto para frituras por su estabilidad y suele estar en estado sólido hasta que se calienta. Estudios sugieren que posee acción antimicrobiana, antiviral y antimicótica, por vía tanto interna como externa. Se puede usar como aceite corporal en infecciones por hongos o bacterias.
- Manteca – Es un excelente sustituto de la mantequilla, sobre todo cuando acompaña a ingredientes dulces. También puede enriquecer smoothies y mueslis, o aportar sabor a multitud de recetas. No debe utilizarse para freír, porque la fibra se quema. Contiene manganeso y cobre.
- Leche – Es espesa, perfecta para elaborar batidos con frutas y dar un toque exótico a salsas, repostería y sopas.
- Harina – Es más grasa que la de cereales, pero si se usa en las cantidades apropiadas no tiene por qué provocar ningún exceso. Tiene mucha fibra y cero gluten. Además de usarse en repostería, se puede mezclar con mueslis, yogures o batidos. Aporta un delicado aroma de coco más una dosis extra de fibra, ácidos grasos y proteínas.
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