Los mitos de la felicidad

Si hay algo que nos une como seres humanos es que todos deseamos ser felices. Tanto así, que invertimos una gran cantidad de tiempo, dinero y energía en la búsqueda de la felicidad.

Sin embargo, en ocasiones, encontramos que mientras más tratamos de obtenerla, más se nos escapa de las manos. Nos preguntamos por qué: ¿Será que tengo mala suerte? ¿Estoy haciendo algo mal? ¿Será algún castigo de Dios o el universo? Tal vez podamos encontrar la respuesta en nuestra definición de la felicidad.

Muchos de nosotros hemos aprendido a creer ciertos mitos que no solo nos alejan de sentirnos felices, sino que nos predisponen a sentimientos de decepción y tristeza.

Mito #1: La felicidad es un tesoro escondido.

Cuando pensamos en la felicidad como un tesoro, corremos el riesgo de buscarla fuera de nosotros. Pero la felicidad no está allá afuera para que la encontremos. Por más trillado que parezca, la felicidad es un trabajo interno, un estado mental; es la manera en que percibimos y escogemos enfrentar nuestro mundo y quiénes somos.

Mito #2: Solo si cambio mis circunstancias podré ser feliz.

Si encontráramos pareja, si tuviéramos un mejor trabajo, si vistiésemos con las últimas modas, si rebajáramos 10 libras, solo entonces podríamos ser felices. Muchos de nosotros pensamos que pudiésemos ser felices si solo cumpliésemos con los requisitos adecuados. Sin embargo, los estudios sobre la felicidad indican que nuestras circunstancias solo determinan una pequeña parte de nuestro sentido de bienestar. Y cuando nos percatamos de que al obtener estas metas, la sensación de felicidad es pasajera o no llega, podemos sentirnos desilusionados. La realidad es que los ingredientes necesarios para ser felices están ya disponibles para nosotros.

Mito #3: La felicidad –o infelicidad– es hereditaria.

Aunque se ha demostrado que sí existe un componente biológico hereditario que influye en cuán felices podemos sentirnos, este es más bien un punto de partida. Podríamos pensar (especialmente si no somos felices) que la felicidad es genética y no hay nada que podamos hacer para cambiar cómo nos sentimos. En cambio, un gran número de estudios sugieren que podemos impactar cuán felices somos y sobreponer nuestra programación genética a través de nuestras decisiones y acciones diarias.

Cómo ser feliz

Si el secreto de la felicidad no está en cambiar nuestras circunstancias o nuestra genética, ¿cómo podemos aumentar nuestros niveles de felicidad? El secreto está en llevar a cabo acciones y actividades que ayuden a generar felicidad como parte de nuestras rutinas y hábitos diarios. Algunas de estas son:

  • expresar gratitud y perdón,
  • pensar positivamente,
  • nutrir las relaciones sociales,
  • practicar técnicas saludables para el manejo del estrés,
  • y vivir en el presente.

La autora es psicóloga clínica. Para más información, llama al (787) 413-3416 o escribe a DraKNavas@gmail.com.

Foto: Pexels

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