Vivir en gratitud

No se puede forzar a nadie a ser agradecido. No es como cuando se obliga a un niño a decir “gracias” cuando recibe algún obsequio; ser agradecido es más profundo, una expresión auténtica de gratitud que nace de la conciencia y del corazón.

La gratitud, según definida por la Real Academia Española, es un sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que nos han hecho o querido hacer y desear corresponderlo de alguna manera. Así las cosas, la gratitud es la virtud de reconocer, valorar y responder de manera justa alguna acción que otra persona tuvo hacia nosotros (Lyness, 2013). Es una emoción positiva en la que nos concentramos en lo bueno de la vida y damos gracias por lo que tenemos.

Para ser agradecido no podemos dar por sentado aquello que tenemos; hay que detenerse a tomar conciencia y valorarlo y entender que nada es insignificante. Así, por ejemplo, podemos ser agradecidos por tener un lugar donde vivir, comida, agua potable, amigos, familia e, incluso, acceso a la computadora. Lo importante del agradecimiento es que no se trata de si tenemos mucho o poco, sino del simple hecho de tener. Quizá la gestión que hizo alguien por ayudarnos no produjo el resultado esperado y, por lo tanto, nos encontramos básicamente con las manos vacías, pero el gesto de ayuda siempre se agradece. De eso se trata hoy, de eso se trata tooooda la vida; de ser agradecidos, incluso por lo que todavía no tenemos pero que nos sirve de motivación para seguir adelante… o por las experiencias que hemos pasado que a lo mejor no han sido ¡uy qué maravillosas!, pero aun así nos han dejado importantes lecciones y nos han hecho personas más sensibles, más ¿humanas?. Es tomarse un momento no solo durante la famosa cena de noviembre, sino también durante otras cenas a lo mejor no tan famosas o concurridas… es más ni siquiera durante la cena, si no quieres. Poder dar gracias antes de dormir, mientras preparas la comida o de camino a buscar a ese ser especial para ti… no hay mejor momento para dar gracias, que el momento en el que lo estás haciendo.

Importancia de la gratitud

Las investigaciones del cerebro demuestran que las emociones positivas son buenas para nuestro cuerpo y cerebro, así como para nuestra mente. Por ejemplo, de acuerdo a Lyness (2013), se sabe que:

  • Las emociones positivas, como la gratitud, nos permiten ver más posibilidades y asimilar más información. Refuerzan nuestra capacidad de desarrollar aptitudes, aprender y tomar buenas decisiones. O sea, ¡que nos hace más inteligentes!
  • Las emociones positivas compensan las negativas. Las personas que sienten gratitud con frecuencia son más felices, están menos estresadas y menos deprimidas. Ser agradecidos es la contracara de la queja o de pensar en lo que no tenemos. ¿Alguna vez te has cansado de estar al lado de alguien que lo único que hace es quejarse? ¡No seas tú esa persona quejumbrosa!
  • Generalmente, una emoción positiva lleva a la otra. Cuando nos sentimos agradecidos, también podemos estar felices, tranquilos, alegres o contentos. Además, la emoción positiva, ¡es contagiosa! Si estás feliz, es muy probable que las personas a tu alrededor también lo estén.
  • La gratitud puede contribuir a las acciones positivas. Cuando sentimos gratitud por los gestos de amabilidad de una persona hacia nosotros, es más probable que, en agradecimiento, seamos amables. Además, la gratitud puede tener un efecto positivo en las acciones de otras personas. Darles las gracias a las personas puede aumentar las probabilidades de que repitan sus gestos de amabilidad. ¡Damos lo que recibimos!
  • La gratitud nos ayuda a construir mejores relaciones. Cuando sentimos y expresamos gratitud y reconocimiento sinceros a nuestros allegados, se generan lazos de cariño y confianza, y ayuda al sentimiento de proximidad emocional.

En resumen, cuando nos acostumbramos a sentir gratitud y ser agradecidos, aumenta nuestra conciencia sobre las cosas buenas tan pronto ocurren y ese enfoque de gratitud tiene efectos positivos en nuestro estado de ánimo y en nuestro entorno.

El hábito de la gratitud

Charles Duhigg, en su libro El poder del hábito, establece que para hacer un hábito solo se necesitan 14 días. Para crear el hábito de ser agradecido, presta atención cada día a todo aquello que te alegra de tener en tu vida. Ve más despacio y toma conciencia de lo que te rodea. Por ejemplo: “wow!, el cielo está hermoso hoy”, “hoy no había tapón y llegué más temprano a casa” o “allí está Sara; haberme ayudado ayer fue muy amable de su parte”.

Comienza hoy, ahora. Esparce la emoción de la gratitud y reflexiona sobre lo bueno que hay en tu vida. Como poco, por lo menos una encontrarás y por esa única, da las gracias.

La autora es psicóloga.

Foto: Dreamstime

No Comments Yet

Leave a Reply