Los infantes, niños y adolescentes necesitan vacunarse para mantenerse sanos. El uso de vacunas para erradicar y eliminar enfermedades prevenibles causantes de morbilidad y mortalidad entre los niños es uno de los logros más importantes de la historia de la salud pública en el siglo XX. Muchos padres tienden a pensar que las vacunas son algo que necesitan los niños pequeños pero que no son tan importantes posteriormente en la vida. Sin embargo, las vacunas nos ayudan a evitar que nos enfermemos y que transmitamos enfermedades a otras personas a lo largo de nuestras vidas.
A nivel global y nacional en Estados Unidos, la vacunación se considera una de las herramientas más efectivas para evitar el riesgo de infecciones contra enfermedades prevenibles. En la última década, desde el año 2000 al 2010, se ha reafirmado la disminución de casos, hospitalizaciones, muertes y costos en cuidado de salud relacionados a enfermedades prevenibles por vacunación.
La Academia Americana de Pediatría (AAP), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y otras organizaciones médicas han establecido recomendaciones en cuanto a las vacunas específicas que necesitan los niños y adolescentes. Entre las vacunas recomendadas rutinariamente se encuentran:
INFANTES Y NIÑOS
- Tétano-difteria-tosferina acelular (Tdap) – Una serie de cinco dosis: a los dos meses, cuatro meses, seis meses, entre los 15 y 18 meses, y entre los cuatro y seis años de edad.
- Haemophilus influenzae tipo B – Cuatro dosis: a los dos meses, cuatro meses, seis meses, y entre los 12 y 15 meses.
- Hepatitis B – Una serie de tres dosis: al nacer, entre uno y dos meses, y entre los seis y 18 meses.
- Polio – Una serie de cuatro dosis: a los dos meses, cuatro meses, entre los seis y 18 meses, y entre los cuatro y seis años.
- Varicela – Una serie de dos dosis: la primera entre los cuatro y seis meses; y la segunda, entre los 12 y 15 meses.
- Paperas, sarampión y rubeola – Una serie de dos dosis: la primera entre los cuatro y seis meses; la segunda, entre los 12 y 15 meses.
- Hepatitis A – Dos dosis separadas por entre seis y 18 meses, entre el primero y segundo año de edad.
- Influenza – Se debe administrar anualmente con una edad mínima de 6 meses para recibir la primera dosis.
- Neumococo – Una serie de cuatro dosis: a los dos meses, a los cuatro meses, a los seis meses y entre los 12 y 15 meses.
- Rotavirus – Una serie de tres dosis: a los dos meses, cuatro meses y seis meses.
ADOLESCENTES
- Tétano-difteria-tosferina acelular (Tdap) – Debe administrarse a adolescentes entre las edades de 11 y 12 años.
- Meningococo – Esta vacuna se recomienda entre las edades de 11 y 12 años, con una dosis de refuerzo administrada a la edad de 16 años.
- Virus del papiloma humano (VPH) – Esta vacuna se recomienda para niños entre 11 y 12 años de edad para protegerlos antes de exponerse al virus. Tanto los niños como las niñas deben recibir dos dosis de la vacuna para prevenir enfermedades asociadas con el VPH.
- Influenza (gripe) – Todos los adolescentes deben recibir anualmente la vacuna contra la influenza.
Es importante adherirnos a estos calendarios de vacunación recomendados por el Comité Asesor sobre Prácticas en Inmunización (ACIP) de los CDC para prevenir brotes y epidemias de enfermedades que son severas y totalmente prevenibles. Si bien las enfermedades prevenibles mediante vacunación son actualmente poco comunes en muchos países, los agentes infecciosos que las provocan siguen circulando en algunas partes del mundo. En un mundo sumamente globalizado, esos agentes pueden atravesar las fronteras geográficas e infectar a cualquier persona no protegida. Aunque es menos habitual que en los países desarrollados se den contagios de enfermedades prevenibles, la amenaza existe. Hay dos motivos fundamentales para vacunarse: protegernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean.
Es importante enfatizar que las vacunas interactúan con el sistema inmunitario para producir una respuesta similar a la que produciría la infección natural, pero no causan la enfermedad ni exponen a la persona inmunizada a riesgos de posibles complicaciones. En cambio, el precio de la inmunización por infección natural podría ser el retraso mental provocado por haemophilus influenzae tipo B (Hib), defectos congénitos debidos a la rubeola, cáncer del hígado derivado del virus de la hepatitis B o muerte por sarampión.
Es esencial que llevemos a nuestros niños y adolescentes a sus pediatras y centros de vacunación al momento en que les tocan sus vacunas, siguiendo los calendarios recomendados por los CDC. El no seguir estos calendarios de vacunación podría exponer a nuestros infantes, niños y adolescentes a efectos secundarios severos relacionados con enfermedades totalmente prevenibles por las vacunas.
Para más información, accede a www.praap.org o vocespr.org.
La autora es catedrática asociada del Departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico y allí se desempeña como directora de la Oficina de Currículo y Desarrollo de Facultad y del Programa de Destrezas Clínicas. Está certificada en Pediatría General por el American Board of Pediatrics. A su vez, completó una maestría en Educación Médica y Liderazgo en la Universidad de New England, en Maine. Es la presidenta del Capítulo de Puerto Rico de la Academia Americana de Pediatría.