Consecuencias de la sobreprotección en los niños

La crianza de los hijos puede ser una tarea altamente compleja y a la vez gratificante. Los padres generalmente les desean lo mejor a sus niños y esperan que sean felices, llenos de amor y productivos. A medida que van creciendo, aparecen nuevos retos y los padres tienen el deber de ir brindándoles mayor independencia. Muchos continúan viendo a sus hijos con los mismos ojos que cuando tenían tres años, pero cada etapa del desarrollo trae cambios profundos en la interacción y en las necesidades del niño. Según van creciendo, dejan de esperar a que los carguen en brazos y, en la adolescencia, muchos padres ya no son la mayor influencia en la vida de sus vástagos. Comenzar a soltar a los hijos no es tarea fácil, pero es necesario, ya que los niños o adolescentes deben adquirir destrezas cruciales para su crecimiento personal.

En ocasiones, cuando un padre sobreprotege a su hijo, puede estar deteniendo el desarrollo de tales destrezas. Es posible que, en ocasiones, los padres se involucren demasiado en las actividades de sus hijos, como, por ejemplo: hacerles las asignaciones, no permitir que enfrenten las consecuencias de sus acciones o, en la adolescencia, quitarles toda la privacidad. Este tipo de acciones podría indicar que estamos cruzando algunos límites.

Cuando cruzamos los límites que deben estar presentes entre padres e hijos, promovemos que los niños no aprendan a adaptarse en sus respectivas etapas de desarrollo. Los niños de padres que se involucran demasiado están predispuestos a padecer de ansiedad. Pueden tener preocupaciones excesivas y constantes sobre su ejecutoria académica, sus relaciones con amigos y su participación en actividades extracurriculares. También pueden tener baja autoestima, temor de avergonzarse, cometer errores o conocer personas nuevas. Esta presión o constante tensión puede impedir que funcionen a su máxima capacidad. Otros síntomas que podríamos observar es que se nieguen ir a la escuela, quejas de dolor de estómago o alguna otra dolencia, un apego excesivo con los padres, rabietas y cambios en el patrón de dormir. Si estás preocupado por las dificultades que la ansiedad le causa a tu hijo, debes consultar con un psiquiatra de niños o un profesional de salud mental.

Esto no quiere decir que nos debemos de quedar con los brazos cruzados y no participar de la vida de nuestros hijos. Debemos prepararlos para que tengan resiliencia y éxito en cada etapa de la vida. Es nuestro rol proveer un ambiente seguro, lleno de amor, respeto, confianza y honestidad.  Debemos enseñarles a cumplir con sus responsabilidades académicas, tareas en el hogar, vivir con reglas y tener una relación en donde el niño sienta libertad de expresar sus preocupaciones. Estos procesos graduales y complejos se logran mientras pasas tiempo con ellos durante las comidas, leyendo un cuento, en vacaciones y jugando con ellos. Crear esta base de confianza temprano puede disminuir factores de riesgo. De esta manera, cuando tus hijos se encuentren en la etapa de la adolescencia podrán enfrentar la adversidad y podrás fomentar que alcancen su máximo potencial.

El autor es psiquiatra de adultos, niños y adolescentes en el First Hospital Panamericano.

Foto: iStock

No Comments Yet

Leave a Reply