Dentro de las virtudes de este siglo, están las múltiples oportunidades que brinda en muchos aspectos de la vida incluyendo la vida amorosa que decidamos llevar. Esta apertura todavía se está digiriendo y, como sucede cuando hay cambios grandes en la historia, esos movimientos toman tiempo en concretarse. Hoy día las maneras de relacionarnos amorosamente han variado mucho. El movimiento masivo de personas entre los países del mundo y la tecnología han transformado la relación humana y, por consiguiente, nos ha ampliado el espectro de cómo tener o no tener pareja.
En el pasado siglo estar sin pareja, social y familiarmente, era casi imposible de concebir. Hoy día en este nuevo contexto histórico tener o no tener pareja amorosa es una decisión, una voluntad. Decisión que cada persona tiene la libertad de ejercer cuando lo desee. Anteriormente había una especie de mapa general y a “ciertas” edades ya estabas tarde para emparejarte.
Tener buena compañía es una de las alegrías que tiene la vida, sobre este dato no hay duda. La pareja puede ser una de las mayores fuentes de felicidad de la vida de las personas, sobre esto tampoco hay duda. Ahora, lo que sí está cambiando es el cuándo tenerla sin presión u obligación de tenerla en un tiempo específico fijado por la cultura o la sociedad.
Si la decisión es no tenerla por un tiempo corto o largo eso está permitido y muchas veces es muy recomendable. Esa desesperación de que si no tenías pareja no estabas completa o completo son cosas del pasado. Ahora la vida que diseñes para ti puede incluir tener pareja o no tenerla y esa es tu decisión. La libertad de los tiempos nos ayuda a posponer la pareja y sus virtudes para podernos dedicar a los sueños personales sin sentir que nos estamos perdiendo algo o no cumpliendo con el mapa trazado de otros tiempos.
Estas nuevas maneras de ver la vida disfrutando de la propia compañía personal o con otro individuo tiene enormes ventajas. Para enumerar algunas debemos recordar que la tasa de divorcios en nuestro país ronda el 60 y pico %. Y muchas de esas parejas si hubiesen tomado más tiempo personal habrían entrado a un compromiso como el matrimonio con más madurez lo que les daría mejores oportunidades en esa aventura. Otro detalle muy importante es la preparación académica necesaria para la vida en este momento y que podemos llevar a cabo sin la presión de tener pareja. Y algo que es imposible de obviar es que este momento nos permite practicar a tener pareja sin el estigma que tenía en el pasado. A vivir se aprende viviendo y a tener pareja se aprende teniendo, y en esto nada sustituye la práctica.
La autora es psicóloga clínica. Para más información, accede a www.thaliacuadrado.com o envía un mensaje de correo electrónico a thaliacuadrado@gmail.com.
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