A diario nos parecería que todo el mundo estuviera cansado gran parte del tiempo. En una nación donde la gente valora largas horas de duro trabajo, toman miles de tazas de café al día y ven la televisión de forma obsesiva, el dormir ha sufrido grandes cambios.
El tiempo promedio de sueño nocturno ha caído de aproximadamente nueve horas en 1910 hasta 6.5 horas en el 2010. Muchas personas suelen dormir no más de cinco a seis horas por la noche, a pesar de que los estudios muestran que la mayoría de las personas necesitan entre siete y ocho horas de sueño.
El insomnio no siempre es el resultado de un estilo de vida. De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud, se estima que entre el 10 y el 15 % de los estadounidenses tienen insomnio severo o crónico, que se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño o despertarse demasiado temprano.
La apnea del sueño también interrumpe el sueño de un 5 % de la población, lo que lleva a tantos despertares por la noche cuando las víctimas sufren de este trastorno para respirar. El síndrome de piernas inquietas (restless legs syndrome) también provoca despertares frecuentes entre el 5 y el 10 % de la población estadounidense. Las personas con este trastorno se despiertan después de mover sus extremidades inferiores para aliviar constantes sensaciones desagradables en las piernas y los pies.
El insomnio, en el curso de semanas, meses y años, tiene efectos perjudiciales en la calidad de vida y en la salud. Por ejemplo, la falta de sueño aumenta la probabilidad de tener un accidente automovilístico. Quienes lo padecen se sienten a menudo apáticos, con disminución en sus niveles de atención y concentración. Ahora estudios relacionan la falta de sueño con la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, problemas cardíacos, trastornos psiquiátricos y demencia.
El sueño es uno de los pilares de una vida sana. La magnitud de su efecto sobre la salud es probablemente similar a los efectos de la dieta y el ejercicio. Investigaciones epidemiológicas han identificado un aumento del riesgo relativo del 30 % para el infarto de miocardio o diabetes sintomática entre las personas que reportan insomnio.
A pesar de la creciente evidencia de la importancia del sueño en un buen estado de salud, son pocos los médicos que preguntan a sus pacientes sobre problemas del sueño y solo el 40 % le informa a su médico sobre las dificultades en su patrón de dormir.
La evaluación a tiempo de esta afección puede ser el inicio de la prevención de enfermedades que pueden causar la muerte o un severo deterioro en la calidad de vida.
El autor es psiquiatra y presidente de Sleep Disorders Educational Institute of PR.
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