La enfermedad de Alzheimer: un enigma con muchas preguntas

La enfermedad de Alzheimer se define como un tipo de trastorno neurocognitivo leve, moderado o severo (demencia), de naturaleza crónica progresiva, con origen desconocido. Afecta las neuronas (células) del cerebro y deteriora las funciones cognitivas.

Las funciones cognitivas del cerebro nos capacitan para manejarnos en el mundo en el cual vivimos, nos dan sentido de identidad y nos permiten cumplir con las actividades instrumentales y del diario vivir. Estas incluyen la memoria (inmediata, a corto y largo plazos); el procesamiento mental; la orientación en el tiempo, espacio y lugar; la flexibilidad cognitiva; la capacidad para hacer cálculos matemáticos; el uso y comprensión del lenguaje oral y escrito; el comportamiento adecuado; y la capacidad para aprender, analizar, razonar, resolver problemas y tomar decisiones. Las funciones ejecutivas son parte de las funciones cognitivas y nos permiten resolver situaciones complejas, novedosas o no familiares.

El progreso de la enfermedad hace que las personas afectadas vayan perdiendo poco a poco la capacidad de cumplir con las actividades instrumentales primero y luego las del diario vivir, desarrollando dependencia de cuidadores. Las actividades instrumentales le permiten a las personas vivir independientes e incluyen: el manejo de las finanzas; comprar alimentos; preparar comidas; usar el teléfono; limpiar la casa; manejar medicamentos; y movilizarse fuera del hogar. Las actividades del diario vivir permiten ser independientes e incluyen: bañarse, vestirse; arreglo personal (afeitarse, maquillarse y otros); comer por sí solos; ir al baño por cuenta propia; y caminar sin ayuda.

Existen varias clasificaciones de la enfermedad: etapa leve o temprana, moderada y severa; primera, segunda, tercera y cuarta etapa; y las siete etapas clínicas desarrolladas por el Dr. Barry Reisberg.

El alzhéimer no discrimina por raza, sexo, grupo étnico, nacionalidad, lugar de residencia, nivel educacional, social o económico. Comienza de forma insidiosa y no tiene cura. Varios investigadores han identificado la existencia de una etapa preclínica, la cual puede durar más de 15 años, sin que las personas afectadas muestren síntomas significativos. Lo importante de este descubrimiento es que se puede diagnosticar la enfermedad, comenzar el tratamiento en una etapa temprana (asintomática) y dilatar el desarrollo de síntomas por mayor tiempo.

Factores de riesgo de la enfermedad

  • Edad
  • Historial familiar
  • Alta presión
  • Niveles altos de colesterol
  • Obesidad
  • Diabetes: afecta el balance de reacciones químicas en el cerebro
  • Falta de actividad física y de socialización (aislamiento)
  • Historial de depresión no tratada
  • Lesiones en la cabeza

Factores protectores contra la enfermedad

  • Lectura: estimula y fortalece nuevas conexiones cerebrales (aumenta la reserva cognitiva).
  • Actividad física
  • Actividades que requieran el uso de las funciones cognitivas (desarrollo de nuevas destrezas, aprender otro idioma, hacer crucigramas, busca palabras y otros).
  • Control de la presión arterial, la glucosa y los niveles de colesterol
  • Manejo adecuado de la depresión
  • Apoyo emocional (grupo familiar, amistades, grupos de apoyo social y religioso)
  • No fumar (el humo del tabaco contiene sustancias neurotóxicas)
  • No consumir bebidas alcohólicas en exceso

Recomendaciones al observar cambios en la memoria

  • Cuando la familia o personas allegadas identifiquen cambios en la memoria y comportamiento y se sospeche que esa persona puede tener alzhéimer, es conveniente llevarlo lo antes posible para una evaluación médica (neurólogo o psiquiatra). Se recomienda que el familiar lleve la siguiente información:
  • Historial de salud: le provee al médico una información más detallada del estado de la salud de la persona afectada. Se debe incluir una lista con los medicamentos que toma, las dosis y los horarios.
  • Lista de síntomas o cambios de comportamiento que presenta: ayuda a recopilar información sobre el desarrollo de la enfermedad y determinar la etapa en que se encuentra la persona.
  • Lista de preguntas y preocupaciones que pueda tener el familiar que acompaña a la persona: facilita aclarar dudas y discutir el curso del tratamiento a seguir.

Beneficios de un diagnóstico temprano

Para la persona afectada

  • Comenzar tratamiento lo antes posible y retrasar el progreso de la enfermedad
  • Establecer directrices avanzadas, planificación financiera y decisiones médicas sobre su futuro, en colaboración con la familia. Este tipo de planificación evita futuros conflictos familiares.
  • Planificar el lugar en el cual desea vivir cuando dependa de un cuidador
  • Designar la(s) persona(s) que se va(n) a encargar de que los planes sobre su vida se lleven a cabo según lo ha establecido (apoderado de salud), cuando ya no pueda tomar decisiones
  • Planificar el retiro si aún trabaja

Para la familia

  • Identificar y entender las causas de la pérdida de memoria y el comportamiento de la persona afectada
  • Orientarse sobre la enfermedad y planificar el cuidado personal, para garantizar el bienestar cuando la enfermedad progrese
  • Designar un cuidador familiar y establecer arreglos financieros para proveer ayuda y apoyo a ese cuidador
  • Establecer parámetros de seguridad e identificar las actividades que se deben limitar, supervisar o suspender. Por ejemplo, utilizar armas de fuego, conducir un auto, cuidar nietos, salir solo de la casa y otras.
  • Modificar el ambiente del hogar para hacerlo seguro y libre de peligros que puedan afectar a la persona con alzhéimer y a su cuidador

Conocer los diferentes aspectos de la enfermedad de Alzheimer, nos ayuda a prepararnos mejor y a planificar el futuro de la persona afectada. Nos orienta a comprender los cambios que están ocurriendo en su cerebro y los efectos que tienen. Queremos que nuestros seres queridos, no importa la etapa en la cual se encuentren, tengan calidad de vida saludable, dentro de las limitaciones que pueda causar la enfermedad.

Esta información ha sido tomada de mi libro Para cuidar… hay que cuidarse, una herramienta desarrollada para que el cuidador aprenda a cuidar y a cuidarse a sí mismo, mientras cuida de su ser querido.

Foto: IStock

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