En medio de una reunión editorial me entero de que el 1ro de septiembre de 2017 es el Lazy Mom’s Day. Acto seguido mi jefa Daymar Torres, dice, ‘Tamara, escribe un blog”, a lo que las otras compañeras reaccionan entusiasmadas.
Mi cerebro todavía está tratando de procesar que debo aproximadamente cuatro historias para web, cinco para Imagen impreso, tres para Buenavida, acabo de terminar una edición y ya estoy tarde para la próxima y en unos minutos llegará una persona a la cual debo entrevistar.
Cuando de repente, interrumpe y dice, “¡Sí, estoy loca por leerlo porque con el humor de Tamara…!” Ok, ahora si tengo presión, no solamente tengo que escribir el blog, sino que también debo ser graciosa. Los que me conocen saben que disfruto mucho mis entradas a los blogs y que mi personalidad es una interesante combinación entre una brutal sinceridad, cinismo, jovialidad y en ciertas ocasiones, cojo seriedad por aquello de que hay que parecer maduro, pero no todas las mañanas me desayuno a Jimmy Fallon, Jim Carrey o Raymond Arrieta.
Lazy Mom’s Day, “wowwwww”, suena hasta bonito, pero no recuerdo ningún momento en los pasados dos años desde que me convertí en madre, que eso haya ocurrido. Siendo honesta, dudo mucho que alguna madre que me lee sepa lo que es un día de no hacer nada. Mis días se dividen entre ir a trabajar, dejar niños en sus respectivos cuidos (abuelos y escuela), recoger juguetes del piso, lavar ropa, cargar un bebé de ocho meses, vigilar que la de 2 años no se tire por las escaleras, cambiar pañales, etc.
Los pocos días que he decidido tomarme unas horas “de descanso” en casa, el cargo de conciencia se apodera de mí, como el exorcista se apoderaba del cuerpo de Linda Blair. A mi oído derecho llega la voz del diablito (sí, como en los muñequitos que existe esa disyuntiva entre el bien y el mal) que comienza a hablarme, “Tamara, ¿recuerdas la trastera de la mañana?, Tamara, ¿aún no has lavado ropa?, Tamara, ¿cuándo vas a recoger los juguetes de Estefanía?, Tamara, ¿te acuerdas que aún tienes diligencias pendientes?” Y así de un tirón, se va a la …. (ya saben adonde), mi intento de un día libre.
Y eso es si soy conservadora, porque la lista se puede poner más interesante si ese mismo diablito se pone más creativo. Fácilmente, me puede recordar trabajos aún pendientes en el hogar. A modo de ejemplo, llevo más de seis meses mudada y todavía no he organizado ciertas cajas. La marquesina es zona de desastre, hay uno que otro chivo de pintura, no he terminado de decorar los cuartos de los niños y la oficina de mi esposo…, mejor ni hablamos de eso.
Creo firmemente en que las madres y padres solteros deberían ser exaltados al Salón de la Fama Maternal y Paternal (deben crear uno), tener una calle en su honor, hacerles un recibimiento masivo como de esos que se le hacían a Tito Trinidad, las reinas de belleza y más recientemente al equipo que nos representó en las pasadas Olimpiadas. Yo cuento con la ayuda de mi esposo y familiares y hay días en que me quiero tirar del Puente de la Calaf, sí, ese que está cerca de Plaza Las Américas, que en días de mucho estrés miro con ojos lujuriosos.
No estoy segura de poder tomar el Lazy Mom’s Day, ya que los viernes tengo doble jornada laboral, pero al menos me reconforta el hecho de que en par de semanas me desquitaré con varios días para mí solita. Les cuento que a finales de septiembre voy a Las Vegas a ver a Ricky Martin y aprovecharé para darme una escapada con mi amiga Gretchen Marín a Los Ángeles.
Confieso que al principio me daba un poco de estrés dejar a los niños tantos días (solo son cuatro), pero cuando le pregunté a mi esposo si podía cuidarlos durante mi ausencia, creo que él no había terminado de pronunciar el monosílabo sí, cuando ya me encontraba frente a la computadora comprando el pasaje.
Madre que me lees, en lo que me decido cómo invertir mi Lazy Mom’s Day, aquí te dejo algunas sugerencias. No creo que ni tú ni yo podamos hacerlas todas, pero al menos una servirá para relajarnos un poco:
- Mira esa película o serie que llevas tiempo postergando. Una película para morirse de la risa puede ser una buena opción. Te recomiendo Bad Moms, de seguro te identificarás.
- Date un baño de tina de una hora. Todas las madres sabemos que hacerlo es un lujo. Mi hija, desde que me acerco a la bañera, comienza a llorar desconsoladamente como si su madre fuese a desaparecerse por la tubería y en lo sucesivo, la tengo asomada a la ducha hasta que termine. Claro, para evitar que literalmente me chupe la tubería.
- Abandona el hogar aunque sea por una hora y toma una clase de yoga, ve al gimnasio, camina por la playa, o realiza cualquier actividad física que te guste, te relaje y te llene de energía.
- Habla con una amiga. Si no puedes irte de jangueo como “Los Dueños de la Noche” (quienes vieron el anuncio de Bacardí me entenderán), al menos ve a almorzar con ella o en el peor de los casos, llámala y hablen por lo menos una hora. Importante, que sea una amiga con la que puedas reír, al menos por hoy evita el drama.
- Saca tiempo para ti, no necesariamente un día de spa, pero una pedicura y manicura serán un buen momento para estar a solas y de paso, subirte la moral.
- Si no tienes el presupuesto para irte a dar un masaje, dile a tu esposo o incluso a tus hijos si ya están grandes, que te premien con un rico masaje.
- Si te gusta leer, saca la tarde para leer ese libro que tanto te gusta.
- Haz un poco de compras online.
Foto: IStock