La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune que afecta varios sistemas del cuerpo, aparte de las articulaciones. El sistema inmunológico, que en principio es responsable de defender al cuerpo contra agentes que no son propios, pierde el control y comienza a atacar las articulaciones.
Esta se presenta a cualquier edad, tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, es importante aclarar que aparece con mayor frecuencia entre los 40 y 60 años, y que las mujeres forman el grupo que más la padece. La incidencia general es de 1 al 3 por ciento y fumar tabaco es un factor de riesgo. Se define como enfermedad definitiva si cumple con los siguientes parámetros:
- Sinovitis en una o más articulaciones
- Ausencia de otro diagnóstico, como lupus o gota, que pueda explicar el hallazgo anterior
- Tener un total de por lo menos 6 puntos, de una escala de 10, previamente establecida por un comité de reumatólogos en la que se le otorga puntuación a varios aspectos: cantidad y lugar de las articulaciones afectadas, laboratorios de inflamación y autoinmunidad, aparte de la duración de los síntomas.
Las primeras manifestaciones inician con dolor e inflamación simétrica de articulaciones de las manos en ambos lados del cuerpo. Esto no es absoluto, pues se puede presentar con cualquier otra inflamación. Además, el paciente se queja de entumecimiento matutino que dura usualmente sobre una hora. Sin embargo, lo que convierte a esta enfermedad en una que nos obliga a ser agresivos es que, aparte de la destrucción de las articulaciones, puede afectar otros órganos.
Pruebas utilizadas
Las pruebas de sangre más empleadas son el factor reumatoide y la presencia de anticuerpos contra péptidos cíclicos citrulinados. Las radiografías no son de mucha utilidad en la enfermedad temprana porque podrían verse normales. Por lo tanto, se usan la ecografía (sonograma) musculoesquelética y la resonancia magnética.
Hay que tener en mente que algunos pacientes no tienen pruebas positivas, pero la clínica y los marcadores de inflamación ayudan a establecer el diagnóstico.
La artritis reumatoide puede presentar otros síntomas, como sequedad y/o inflamación de los ojos, ronquera, dificultad respiratoria, nódulos en los pulmones, pleuritis, pericarditis, nódulos en la piel y vasculitis, entre otros.
Diagnóstico temprano y tratamiento
La ciencia ha adelantado mucho en el manejo de la AR. Lo más importante es hacer el diagnóstico temprano, puesto que habría la oportunidad de detener el proceso. Los medicamentos para el tratamiento incluyen el uso de antiinflamatorios no esteroides, analgésicos y corticosteroides orales. Sin embargo, la fuerza del tratamiento reside en dos grupos de medicamentos:
Modificadores de enfermedad (DMARD): Este grupo incluye agentes como metotrexato, leflunomida, hidroxicloroquina, sulfasalazina, oro, minociclina, azatioprina y ciclosporina.
Agentes biológicos: Este grupo es hoy día el arma más efectiva contra la AR. Sin embargo, estudios recientes sugieren que la terapia triple (metotrexato + hidroxicloroquina + azulfidina) podría ser igualmente efectiva. Dentro de los agentes biológicos se encuentran etanercept, adalimumab, infliximab, certolizumab, golimumab, tocilizumab, rituximab, anakinra y abatacept.
Es posible controlar esta enfermedad. Para lograrlo, el paciente debe asistir a sus citas, ejercitarse, mantener un peso adecuado, no fumar y cumplir con el tratamiento.
La autora es reumatóloga.
Foto: IStock