Este fin de semana trabajé el oasis número 5 en la ruta de Las 50 de San Jorge, un ultramaratón de 50 millas que va desde Roosevelt Roads en Ceiba hasta el Hospital San Jorge en Santurce. Siendo el último oasis en la ruta, localizado en la milla 42 frente a la Pocita de Piñones en Loíza, muchos de los corredores que llegaban a nosotros ya estaban quemando sus últimos cartuchos. Algunos pasaban sin parar, ya que contaban con un equipo de apoyo que los acompañaba en carro y se aseguraba que su corredor tuviera suficiente agua y comida. Otros colapsaban en una de nuestras sillas de playa bajo la tarpa, buscando un respiro del implacable sol de la tarde, tirándose agua y hielo encima, buscando la fuerza para enfrentar las últimas ocho millas hasta la meta.
Y después estaba la corredora con el bib #1, Moraima “Mory” Bailey. Ella llegó al oasis con la energía de alguien que se encuentra en pleno 5K. Reía, gritaba, se movía con ritmo mientras buscaba entre sus cosas (recorría las 50 millas sin equipo de apoyo, con un bulto lleno de comida y accesorios que los voluntarios llevaban de oasis a oasis). Llenó una botella de agua, comió un guineo, se tomó fotos con la hija pequeña de uno de los voluntarios, y lo siguió trotando hacia Piñones.
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Estoy segura que nadie se disfrutó más esa carrera que la inigualable Mory. Uno de los que trabajó en el oasis conmigo que la conocía de antes observó: “No es rápida pero su actitud es todo”. Y es su personalidad y su positivismo que la hacen una figura querida entre la comunidad de ultra corredores en la isla.
Las 50 de San Jorge de este sábado fue el ultramaratón número 13 de esta corredora oriunda de Carolina y residente de Indianápolis, Indiana. Al ser una de las pocas mujeres que no solamente hizo la distancia de manera individual sino que ya es veterana de múltiples carreras, tomé la oportunidad de entrevistarla y conocer de dónde viene ese ánimo incontenible y qué la empuja en los momentos difíciles durante un ultramaratón.
BuenaVida: ¿Cómo te interesaste en los ultramaratones?
Mory Bailey: Nosotros como seres humanos buscamos los límites. Ya sea el límite de capacidad mental, el límite algunos de beber y a otros de comer. Para mí fue fascinante ir poco a poco aprendiendo las limitaciones o si hay limitaciones para la gran máquina que es el ser humano. La curiosidad, ¿y si voy cinco millas? ¿Y si voy 10? ¿Y si voy 30? ¿Y si voy 40? ¿Y si puedo seguir por 24 horas? Así. Pero también lo que a mí me inspira es el poder del ser humano. Parte del ultramaratonismo es 20 por ciento físico y 80 por ciento mental. Tienes que estar en ese lugar mental de decir, ok, esto duele un poco pero vamos a llegar. O, hace calor, bueno, pues los que están en el Sahara están sufriendo más. Y cuando tienes una motivación como son los niños de San Jorge, ellos pasan por mucho más que nosotros, y eso me llevó a que las distancias fueran un poquito más largas.
BV: Entiendo que has tenido una experiencia personal relacionada al Hospital San Jorge.
MB: Una de mis sobrinas nació con enfermedad congénita del corazón, tenía varios soplos en el corazón. Y desde que ella nació hasta los siete años ella estuvo entrando y saliendo entre cirugías y hospitales. Y fueron hospitales y fundaciones, tal como la de la Fundación de Niños San Jorge que ayudaron a nuestra familia en ese momento ya que nosotros no contábamos con los ingresos con los que contamos hoy en día, y ellos le salvaron la vida. Y desde entonces nosotros participamos de nuestra manera en apoyar a la Fundación. Cuando se me dio la oportunidad de representar a mi familia corriendo de Ceiba a Rincón (el año pasado en el ultramaratón de 183 millas Puerto Rico 150+ Endurance Run) por los niños del San Jorge, yo no pude decir que no y mi familia tampoco.
BV: ¿Cuál es tu distancia preferida?
MB: Mi distancia preferida y cómoda son los 100 kilómetros, 80 millas. Esa es la distancia que yo puedo llegar sin ningún problema. Yo comencé con la distancia de 50 kilómetros en Indiana y el año pasado fue mi carrera más larga de 183 millas porque yo crucé la isla de Ceiba a Rincón aquí en Puerto Rico. Luego de las 150 millas la temperatura por allá por Lares y por Moca se puso bien interesante. No tuve ningún problema con el calor hasta llegar allí. Y en esos momentos yo me acordé de Alondra, la niña que hizo los dibujos (para los bibs conmemorativos de la carrera) el año pasado, y con una sonrisa en los labios llegué hasta Rincón.
BV: ¿Qué tipo de personalidad se requiere para correr estas distancias?
MB: Hay que estar un poquito tocado de la cabeza, eso sí. Pero también hay un elemento de dedicación para entrenar y tener esa visión de que yo voy a llegar de un punto A a un punto B cueste lo que cueste.
BV: ¿Qué retos tenemos como mujeres al correr ese tipo de distancia que los hombres tal vez no tienen que enfrentar?
MB: Pues mira, nosotras tenemos retos pero también tenemos ventajas. Porque como mujer físicamente podemos tolerar más la incomodidad física y la incomodidad mental que requiere un ultramaratón. Y luego de eso, son otras cositas. Que casi todos los equipos no vienen para el físico de una mujer, mucho menos para una mujer hispana y hay que hacer modificaciones aquí y allá. Equipos como los bolsos de hidratación, las camisas con tecnología de microclima, tienes que modificar la de hombres para que te sirvan a ti. Pero mujeres como yo, que protestamos, ¡Mira! Eso es para las flacas, ¿y para las que tenemos curvas? Hemos aportado a los diseños de las cosas y pues siguen modificando.
Otro reto que tenemos como mujeres ultramaratonistas es que nosotras a veces somos mucho más pequeñas que los competidores masculinos y nuestro paso es un poco más corto. Pero si buscas un poquito han habido dos carreras recientes en que ha sido una mujer la que llega primera overall. Y entre esos va estar con nosotros mañana una corredora puertorriqueña que se llama Patsy Ramírez que recientemente completó las 100 millas de (Rails to Trails en Kansas y fue la primera mujer y tercera overall).
BV: ¿Cuál es tu estrategia para correr las 50 de San Jorge?
MB: Mi estrategia es partir la carrera en tramos de cinco millas y calcular el tiempo esperado en esa distancia, así que 50 minutos a una hora, calcular las calorías que voy a necesitar y la cantidad de agua que voy a necesitar. Mi estrategia va ser mantenerme de 50 minutos a una hora para completar esas distancias. Cuando llegue a la milla 15, que es entrando a El Yunque, ya se sabe que la humedad va a afectar un poquito y se aumentaría a una hora, una hora y cinco minutos, y cuando vamos saliendo de El Yunque hacia la costa, hacia Rio Grande y Loíza, entonces ahí coger vuelo, porque a mí el calor de la playa no me molesta tanto. Me molesta más después, cuando se pasa Isla Verde que está el calor allí radiando de la calle y de los carros, ese sí molesta un poquito. Y terminar dentro de las 12 horas, tengo 15 horas para terminarlo así que estamos bien.
Foto: Suministrada/Yancy Ferrer