La vida constantemente nos desafía y somete a presiones, a veces difíciles de manejar y nos hacen sentir estresados. En términos generales, estrés significa presión o tensión nerviosa. En las personas, el estrés puede ser físico (como tener una enfermedad), emocional (experimentar tristeza por la pérdida de un ser querido) o psicológico (sentir temor).
Los factores genéticos y los acontecimientos de la infancia, como el maltrato, pueden afectar la forma en que manejas las situaciones estresantes y posiblemente hagan que reacciones exageradamente. El comer excesivamente, fumar, beber y no hacer ejercicio –que suelen ser reacciones al estrés– pueden aumentar sus efectos negativos.
Estrés crónico y salud
Los cambios en el cuerpo que tienen lugar durante los momentos de estrés pueden ser muy beneficiosos cuando ocurren por corto tiempo. Sin embargo, cuando esto sucede a menudo por mucho tiempo, la producción excesiva de las hormonas de estrés puede perjudicar la salud, causando desgaste y deterioro. Las consecuencias a la salud, según el portal Hormone Health Network pueden incluir:
- Sistema digestivo: Dolor de estómago debido a que se vacía más lentamente después de las comidas. También aumenta la actividad del colon, lo cual puede producir diarrea.
- Obesidad: Aumento del apetito, lo cual contribuye al incremento de peso. El sobrepeso o la obesidad conlleva un riesgo de contraer diabetes o enfermedad cardiovascular.
- Sistema inmunológico: Debilitamiento de este sistema, lo que puede causar que sufras más resfriados y otras infecciones.
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- Sistema nervioso: Ansiedad, depresión, pérdida de sueño y falta de interés en actividades físicas. La memoria y la capacidad de decidir pueden afectarse.
- Sistema cardiovascular: Aumento de la presión sanguínea, frecuencia cardiaca y grasa en la sangre (colesterol y triglicéridos). Asimismo, sube el nivel de glucosa en la sangre especialmente de noche y te hace sentir más apetito. Todos esos efectos son factores de riesgo para enfermedades cardiacas, aterosclerosis, derrames, obesidad y diabetes.
Reconocer cuando estás bajo estrés
Cuando sientes estrés de corta duración puedes sentir ansiedad, nerviosismo, distracción, preocupación y presión. Si el nivel de estrés aumenta o se prolonga por más tiempo, puedes tener otros efectos físicos o emocionales:
- Cansancio excesivo, depresión
- Dolor o presión en el pecho, palpitaciones rápidas
- Mareos, temblores, dificultad para respirar
- Irregularidades del ciclo menstrual, disfunción eréctil, pérdida del deseo sexual
Estos síntomas pueden causar o que pierdas el apetito o por el contrario, comas en exceso, o tengas dificultad para dormir. Generalmente los síntomas son leves y pueden aliviarse con técnicas para sobrellevar la situación, como la meditación, apartarse por un tiempo de las fuentes de estrés y hacer ejercicio. Si los síntomas son severos, debes buscar ayuda profesional.
Para reducir el estrés
El ejercicio moderado y frecuente mejora el proceso mental y estado de ánimo. Otras estrategias son aprender técnicas de relajación, dormir bien por la noche y buscar el apoyo emocional de familiares y amigos. También puedes reducir los efectos a largo plazo del estrés crónico a través de una dieta saludable, con poca grasa, y evitas fumar y beber en exceso.
¿Sabías que la capacidad de manejar el estrés varía de una persona a otra? La forma en que percibes una situación y tu salud física general son los dos factores principales que determinan cómo reaccionarás ante un acontecimiento estresante o estrés frecuente.
Foto: IStock