“…un año que viene y otro que se va…” ¡Pues sí!, ya estamos otra vez a nada de despedir un año que nos trajo alegrías, tristezas, desafíos. Otra vez nos vestimos de esperanza deseando con todas las fuerzas de nuestro ser que el año que entra sea mejor que el que se va, jurándonos que este año será el año de lograr todas nuestras metas, ese en el que nos atreveremos a hacer eso que tanto deseamos, pero que por alguna razón siempre terminamos posponiendo.
Tal vez este sí sea el año, después de todo, en la Biblia se dice que el siete es un número perfecto. El siete es considerado un número mágico porque se compone del sagrado número tres y del terrenal número cuatro estableciendo, de esta forma, un puente entre el cielo y la tierra. Si asociamos el número cuatro a la tierra con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos cardinales, con el sagrado número tres que simboliza la perfección, llegamos al número siete, que representa la totalidad del universo en movimiento (Clarín, 2014).
Sin creérmelas de astróloga, entonces podríamos decir que el 2017, es, en sí mismo, un buen augurio, por lo menos uno de esperanza en un futuro mejor. Yo sé, yo también leo las noticias y veo que lo que nos viene, como sociedad, es fuerte, pero es en la adversidad donde necesitamos fortalecernos, crecernos. Si sabemos que lo que nos viene es un huracán, entonces, vamos a prepararnos para un huracán. Pongamos esos asuntos que nos ocupan y preocupan en orden de prioridad y vayamos tomándolos uno a uno. Cuando tratamos de resolverlos todos a la vez nos sentimos angustiados, ansiosos, tensos, y se afecta nuestra salud física y emocional.
Por eso, y por aquello de que con salud todo y sin salud nada, una cosa a la vez. Si estás tratando de perder peso: un cambio a la vez. Si estás intentando resolver problemas familiares: uno a la vez. Uno a la vez. Si queremos un mejor país, empecemos por la base; nosotros mismos, pongamos la acción donde ponemos la palabra, seamos ejemplo para la siguiente fase: la familia, luego a tu comunidad, al país, al mundo. Uno a la vez.
Ahora bien, desear algo con todas las fuerzas de tu corazón no es suficiente. Es un buen primer paso, pero no es suficiente. Tienes que hacer de eso que deseas tu norte, tu guía y todo lo que hagas debe ser en dirección a eso que pretendes. Desear hacer un viaje no basta para poder hacerlo; tienes que ahorrar y para ahorrar necesitas prescindir de algunos caprichos, como ir al mall cada vez que se te antoja o ir, pero en vez de gastar $60 o $100, gastar $20. La vez que me vi bien apretada de dinero aprendí a pintarme el pelo en casa, me quité las uñas acrílicas, corté el cable tv y puse Netflix. Con eso ahorré casi $200 al mes; $2,400 al año.
Por eso, si para ti es más fácil cambiarle la fecha a la lista de resoluciones que escribirlas una vez más –porque año tras año son las mismas–, es el momento de preguntarte la razón para eso. Si lo que escribes son deseos y no haces nada para ejecutarlos se quedarán solo en eso, (y volverás a escribirlos en tu lista de 2018), como si esperaras que se realicen como dicen en mi campo, por obra y gracia del Espíritu Santo. Si son metas, entonces, las planificarás y las alcanzarás. Esta debe ser tu primera resolución de 2017, ver tus resoluciones como metas y no como deseos.
Las resoluciones de Año Nuevo
Para los expertos en salud mental, una resolución es una nueva decisión con relación a algo que implica un deseo de cambiar una cosa o de comenzar algo nuevo. Luego se escoge la meta, que sería el objetivo final de la resolución. Elegimos el Año Nuevo para fijar nuestras resoluciones porque el momento representa un tiempo nuevo que nos inspira y motiva. En la despedida del viejo año pretendemos haber dejado atrás el pasado y vemos en el nuevo año la oportunidad de renovarnos y de cambiar lo que queramos.
¿Metas o solo deseos?
Las resoluciones pueden ser metas o deseos. La diferencia es que la meta involucra acción y planificación, mientras que el deseo es solo pensamiento. Querer bajar de peso es un deseo; ir al médico, a la nutricionista o hacer ejercicio para lograrlo es una acción que nos lleva a una meta. El problema es que para muchas personas las resoluciones de Año Nuevo son las mismas de hace una década. Las anotaciones van desde perder peso, dejar de fumar, viajar y hasta acercarse más a Dios. La razón obvia para que año tras año aparezcan en la lista es que nunca se alcanzan.
Un asunto de actitud
Es importante que las resoluciones sean realistas. A veces es difícil alcanzarlas porque son irreales o involucran factores fuera de nuestro alcance y eso nos desalienta. Para alcanzarlas, no basta con tener una buena condición de salud física; también necesitamos estar mental, emocional y espiritualmente saludables; con energía y actitud de vencedor. Si nos sentimos tristes, incapaces o solos, será más difícil tener el empuje y mantener el foco para realizar esas resoluciones, nuestras metas. Cree en ti y en tu capacidad para lograr todo lo que te propongas; es poco probable que alcances tus metas si crees que no puedes lograrlas.
Del dicho al hecho
Como te mencionaba al principio, los deseos son un importante primer paso, pero no el único. El deseo es el comienzo para alcanzar algo, nos motiva y nos impulsa a la acción. Cuando se traduce en acción, desarrollas un plan para realizarlos: entonces puedes decir que se han convertido en metas. Las metas abren el camino y te mantienen motivado.
Te ayudará mucho a realizar tus deseos si planificas qué harás para convertirlos en metas y en realidad. Define un plan que te brinde dirección y estructura. Anticipa posibles dificultades y prepara estrategias para solucionarlos. Tus metas no están escritas en sangre, si es necesario, puedes modificarlas en cualquier momento, pero recuerda que es modificar, no renunciar. De igual forma, aunque son famosas en este periodo, realmente, puedes fijarlas en cualquier momento que represente un periodo de cambio para ti.
Por ejemplo, en la escuela superior decides convertirte en abogado y te mueves a investigar los requisitos. Normalmente estos son los pasos que sigues:
- Investigas el tema; qué necesitas, cuáles son las opciones, etc.
- Evalúas tu posición económica, intelectual, física, emocional etc.
- Analizas las alternativas; cuáles te convienen más. Quizás buscas ayuda de amigos y parientes.
- Eliges una alternativa.
- Planificas cómo lograr lo que deseas.
- Estableces controles para evitar distracciones y vencer obstáculos.
- Alcanzas la meta (¡ya eres abogado!)
En vísperas del Año Nuevo, antes de escribir tus resoluciones, te invito a que te preguntes si son metas o deseos y definas cómo harás para cumplirlas. Con matricularte en el gimnasio no pierdes ni una onza, ¡tienes que ir! Define tus prioridades, establece metas realistas y no te agobies tratando de hacerlo todo de una vez (¿recuerdas el dicho “el que mucho abarca poco aprieta?).
Trabaja con tus actitudes y reflexiona sobre cuán fuerte es el deseo de lograr tus metas, que son tus sueños. Enfócate, cree en ti y trabaja con afirmaciones positivas, como “soy capaz de lograr todas mis metas y todo lo que me proponga”. Alguien dijo una vez que se alcanza el éxito convirtiendo cada paso en una meta y cada meta en un paso. Tal vez eso deberías hacer tú.
¡Feliz Año Nuevo!, te deseo mucha salud (física y mental) paz, sabiduría, perseverancia, confianza en ti, paciencia, esperanza y por supuesto, ¡prosperidad!
Foto: IStock