“Es que… estoy aburrido”. Esta frase nuestros hijos la repiten muy a menudo en el hogar. El menor no encuentra con qué entretenerse, realiza actividades de forma paralela o hace una tras otra. Entonces, ¿es un mal moderno? ¿A qué se debe la falta de satisfacción de esta generación?
Según el diccionario, el término “aburrimiento” se define como “cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción o por molestia reiterada”. Al leer la definición no es de extrañar que nos encontremos preguntándonos si como padres estaremos actuando de forma adecuada.
Al concepto de aburrimiento se le atribuye una cualidad negativa de soledad. Es una sensación que produce incomodidad, por lo cual la persona, en este caso el niño, siente que debe estar en constante movimiento, ocupado y estimulado.
Ciertamente, no podemos negar que estamos viviendo en la era de la tecnología. Toda la información que necesitamos se encuentra al alcance de una tecla. Cuando pensábamos que el televisor era lo máximo, llegaron las computadoras, los videojuegos, tabletas y celulares. Examinando nuestro entorno podemos decir que tenemos estímulos de forma ilimitada y con muy fácil acceso.
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Por otra parte, el volumen de información es mucho mayor que la capacidad que tenemos de manejarla, especialmente a muy temprana edad. Tenemos información para satisfacer cada uno de nuestros sentidos. Nuestros niños no solo reciben los estímulos de esta manera, sino que los adultos en ocasiones llenamos su tiempo y sus agendas con actividades que complementan las semanas, los meses y hasta los años. Por lo tanto, podríamos concluir que tenemos una generación sobreestimulada.
Nuestro cerebro posee una zona llamada “circuito de recompensa”. Este se compone de diversas estructuras que nos permiten sentirnos bien luego de realizar ciertas actividades o comportamientos mediante reforzadores positivos. Este sistema se activa frente a estímulos externos y envía mensajes por medio de neurotransmisores, como la dopamina, que producen sensaciones placenteras. Su principal objetivo es repetir la conducta, asociándola con una sensación agradable.
Al igual que el efecto que producen las drogas, la sobreestimulación provoca tolerancia. Nuestro organismo se acostumbra a recibir una dosis de estímulos y la aumenta para recibir placer. Un ser humano aburrido entonces tendrá ausencia de motivación y tendrá que automotivarse. Algunas de las conductas que exhibirá son dificultad para centrarse en una sola actividad, lo que hace que su imaginación vaya mermando. Necesitamos dejarles tiempo libre para actividades que no estén organizadas o estructuradas; de esta manera, ellos crean sus propias normas y actividades.
Para ayudar a tu niño a desarrollar su capacidad de crear:
- Limita el tiempo que pasa usando la tecnología (computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes, etc.), especialmente los niños muy pequeños.
- Utiliza solo los sonidos y el volumen que sean necesarios; la contaminación por ruido tiende a activar al menor.
- Elige actividades pasivas como la pintura y el dibujo.
- Promueve espacios musicales, particularmente con música pausada. En otras ocasiones, pon canciones que le gusten al niño y exhórtalo a bailar o simplemente escucharla.
- Aprendan a disfrutar de paseos en silencio y luego comentar lo que observaron.
- Dale espacio para disfrutar del contacto con la naturaleza y el juego con mascotas.
- Hagan dramas.
- Compra libros de interés para el niño.
- Promueve la escritura de historias.
- Fomenta el autocuidado corporal.
- Enséñalo a desarrollar destrezas de ayuda en el hogar.
- Invítalo a separar tiempo para descansar.
- Participen en confraternizaciones familiares y conversaciones de interés.
Invita y refuerza que pase tiempo consigo mismo; que disfrute de espacios para “reducir la velocidad” y se “desconecte” de vez en cuando. Así la palabra “aburrido” será vista como esa pausa necesaria de no hacer nada planificado y de libertad tan fundamental en este mundo moderno.