Mira que es delicioso ¡y no me lo puedo tomar!, me relaja tanto que ¡lo juro!, en menos de media hora ya estoy bostezando. (Pero bostezando en serio, de que me acuesto y me duermo). La primera vez pensé que fue una casualidad, que quizá estaba muy cansada y bla, bla, bla… así que lo intenté una segunda y una tercera… y no hay forma, ¡me duerme!
Tal vez más adelante en la vida, cuando mi ciclo de sueño sea más corto pueda volver a intentarlo, pero por ahora, que tengo la bendición de dormir como un recién nacido, me limito a usarlo para darle un sabor más delicioso a mis comidas.
Sin embargo, si tienes problemas de insomnio o tu ciclo de sueño ya se redujo, y no eres alérgico o no tienes padecimientos que supongan un riesgo (es decir, bajo tu completa y total responsabilidad), quizás encuentres en él una alternativa natural para poder encontrarte con Morfeo.
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Por supuesto, el asunto despertó mi curiosidad y me encontré con esta información que la nutricionista Jo Lewin, le ofreció a la cadena BBC. Para mi sorpresa, Lewin no menciona ¡nada! del té de jengibre para dormir, así que podría suponer que es que soy dormilona y punto. Sin embargo, Lewin sí menciona varios beneficios comprobados científicamente:
- El té de jengibre es recomendado para cuando a te está empezando un catarro pues es diaforético: lo que quiere decir que te calienta a por dentro y te hace sudar. Por eso mismo, es bueno incluso sin catarro, solo para calentarte.
- Si se usa en la piel, puede estimular la circulación y aliviar las quemaduras. La raíz, que es la parte de la planta que más se usa en la medicina alternativa, es rica en aceites volátiles. Son esos aceites los que contienen el componente activo gingerol.
- Alivia el sistema digestivo: El jengibre tiene una larga tradición de efectividad a la hora de aliviar molestias y dolor de estómago. Se le considera como un excelente carminativo, una sustancia que facilita la eliminación de gas del sistema digestivo y mejora el tracto gastrointestinal. Aquellos que sufren de cólicos y dispepsia responden particularmente bien al jengibre.
- Náusea: La raíz del jengibre parece reducir los síntomas asociados con la cinetosis, el transtorno debido al movimiento, que incluye mareos, náusea, vómitos y sudor frío. También ha sido usado para tratar la náusea y vómitos asociados con el embarazo.
- Inflamación: El jengibre también contiene un potente componente antiinflamatorio llamado gingerol. Se cree que eso explica por qué tanta gente que sufre de osteoartritis o artritis reumatoide experimentan una reducción en sus niveles de dolor y mejoras en su movilidad cuando consumen jengibre regularmente. El gingerol inhibe la formación de las citocinas inflamatorias, las mensajeras químicas del sistema inmune.
A la hora de comprar y guardar
Si es posible, cómpralo fresco en vez del seco, pues su sabor es superior y contiene niveles más altos de gingerol. Según Lewin, debe ser firme, suave y no tener moho ni rastros de putrefacción o arrugas. El jengibre maduro tiene una piel dura que se tiene que pelar. El fresco se puede guardar en la nevera por hasta tres semanas si no está pelado. El seco debe guardarse en un contenedor muy bien cerrado en un lugar fresco, seco y oscuro por no más de seis meses.
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Riesgos
El jengibre es generalmente inofensivo así se tome concentrado en cápsulas, fresco o en té. Contiene cantidades moderadas de oxalato, así que quienes sufren de afecciones renales deben evitar consumir mucho jengibre. Ante cualquier duda, siempre es mejor consultar al doctor.
Preparar el té
Mira, yo lo hice a ojo, según mi intuición: nada complicado. Herví varios pedazos, como del tamaños de unos dados, digamos en cuatro tazas de agua, por aproximadamente 15 o 20 minutos (después del hervor).
Después que hierva, bájale el fuego porque de lo contrario se te evaporará. Cuando estuvo a temperatura ambiente, le eché más o menos una y media tazas de leche (a ojo, debió ser una proporción de 2 a 1; más agua que leche) y lo endulcé a gusto.
Lo guardé en la nevera y lo calentaba cuando iba a tomarlo. Algunas personas lo prefieren frío; otras sin leche; a mí me gusta más calientito y con leche porque suaviza un poco el sabor picante que tiene.
Es rico, ligero, suave, cae divino a los estómagos sensibles como el mío… uno de estos días, cuando mi to do list baje un poco, me preparo uno ¡y a dormir se ha dicho!
Foto: IStock