¿Quieres intentar el Earthing? ¡Bien! Sin embargo, antes de comenzar debes saber que la mejor fuente de energía proviene de la playa, cerca o dentro del mar, ya que el agua de mar es un gran conductor y como el cuerpo está constituido mayormente por agua, podrás conectar muy bien. La siguiente opción es la yerba, sobre todo en la mañana, cuando hay rocío. Por el contrario, superficies de asfalto, madera, plástico o goma impiden que los electrones pasen al cuerpo. Dicho esto, ¡fuera los zapatos!
Cómo ponerse a tierra durante el día
Caminar o correr descalzo es la opción más fácil y económica. Si eres nuevo en las actividades con pies descalzos, utiliza este método por algunas semanas solo en la primera parte del día (antes de las 6:00 p.m.) ya que la estimulación excesiva de las terminaciones nerviosas de los pies puede causar problemas para dormir.
Tanto para la playa como para la yerba, (busca una suave para no lastimarte) muévete en la superficie por un periodo de tiempo de entre 30 y 60 minutos; recuerda, debe ser preferiblemente temprano en la mañana, ya que la yerba mojada es más conductora.
Si tienes alguna herida
Las investigaciones acerca del Earthing demuestran que si se pisa la tierra (aunque sea una capa de tierra dispuesta en el piso) al estar herido, los electrones emigrarán hacia adentro del cuerpo y se desplegarán a través de los tejidos. Cualquier radical libre que se filtre dentro del tejido sano, inmediatamente será neutralizado eléctricamente. Esto sucede porque los electrones son negativos mientras que los radicales libres son positivos, así que se cancelan mutuamente.
El investigador estadounidense James Oschman, experto en biología celular, biofísica y fisiología y autor de varios libros por los cuales es reconocido como una autoridad en medicina bioenergética, explica y comprueba cómo el hacer contacto directo con la tierra puede prevenir y curar una serie de enfermedades. Según él, lo que realmente sucede cuando haces Earthing es que proteges el cuerpo contra lo que él llama daño colateral, es decir, daño que no debería suceder, pero que ocurre porque nos hemos desconectado de la tierra al poner goma o plástico en las suelas de los zapatos.